Arañando las paredes, contando hasta cien. Vuelvo a empezar y no me da nada. No me cuajan dan las cuentas, no me suenan las cuerdas y no me importa arrancarme la garganta y me niego, me niego a la renuncia, a la displicencia, al me da igual.
Es duro asumirlo. Pronunciarlo siquiera.
Bien decía alguien hace unos años: es más lo que se dice en lo que se calla que en lo que se habla.
Frutas. Nueces. Un revólver.
This ain't me.